Tú...
Hoy, cuando pensaba que las esperanzas eran vanas y se acababa el aroma del sentimiento, te apareciste, sin esperarte en realidad, no sabía lo que pasaba. Me hiciste comprender que la espera no había sido en vano, que aún hay mucho por vivir y que estaba dispuesta a vivirlo contigo. El fantasma que me perseguía está muy lejos ya, me sentí libre por fin de toda aquella ansiedad que no me dejaba respirar. Existías, y eras de carne y hueso. No era una fantasía que aparecía y me ilusionaba, eras una realidad y por un momento me sentí segura. Sonó la alarma y desperté del sueño.
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