La emoción y su escolta
Llegaron de repente y sin aviso… ese cúmulo de emociones arraigadas en lo más profundo de mí ser. Escoltadas por el deseo, por ese momento sublime de la entrega, quizás fueron sólo palabras, temor a lo desconocido, dolor y gestos; sin embargo, al amanecer, con la furia de un volcán en erupción, se despertó a la más feroz de las criaturas, suplicante e indolente, al unísono, todos los sentimientos se esparcieron como esporas en busca del elixir que emanaba aquel momento. Ni el mejor perfume habría podido sustituirle; al mismo tiempo que la adicción se intensificaba, el sentimiento se extinguía.
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