El adiós definitivo...
Con sólo una mirada y la furia que emanaba de mí ser, habría podido destruir el mundo entero sin dejar rastro alguno; sin embargo, una sonrisa salió de mi rostro, me levanté y dije adiós. Infranqueable, silente, la marea roja rondaba por todo mi ser y al llegar al refugio más cercano dejé ir la tormenta que había guardado para ésta ocasión, la ocasión en que te dejaría ir y seguiría mi camino.
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