LAS RISAS...

Mi caminar era lento, mi corazón sufría el dolor de las burlas, de las risas y de los señalamientos; no pude ser comprendida aquella tarde y entre más intentaba explicarme más enredada estaba.  Las voces se alejaron, me ignoraron y por vez primera pensé que era mejor así, mejor ser olvidada por las personas que se burlaban de mis juegos.  Qué podía ser tan interesante que pudiese llamarles la atención, y llegué a la conclusión que tenía que motivar a que las risas no fueran de burla, sino que fueran risas naturales, si acaso existían yo las provocaría y no volvería a sentir la el peso de esas manos señalándome y mofándose de mi persona.  Finalmente lo conseguí, pero a pesar de conseguir mi objetivo, no pude volver a confiar en ellas.

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