DE VUELTA a la vida...

La música empezó a sonar y bajo sus notas en movimiento, comencé a bailar, en la penumbra, entre las gotas embriagantes de mi bebida me dejaba llevar… dejaba que mi cuerpo se desprendiera del imperio, bailaba sin dudas, sin represiones, sin reglas que seguir; sólo bailaba y conforme la música me motivaba, así mis movimientos eran una cadena de relámpagos sin tregua, sin espera, sin ser nada, sin ser algo, siendo totalmente la dueña de mis actos, la dueña de mis delirios, simplemente la dueña de mi animal nocturno; ese animal que quisiera vivir eternamente en las sombras de la confusión, una pantera oculta entre las sombras con ojos encendidos que disfrutan de la oscuridad, del silencio, del sigilo.  La música me trasladó por caminos inesperados y di rienda suelta a esa fuerza vivaz, inquieta y furtiva.  Volví a la vida como un ciclón, con esa fuerza devastadora que consume todo a su paso.  Con ese ímpetu sublime y abrasador.

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