El Ying Yang del Oso...
El Oso... magnífica criatura, su lado pardo es tan tentador como la claridad de su pelaje; una vez me lo encontré en el camino, era tan magnánimo como valeroso, tan aterrador como sutil, tan fuerte y talentoso que su ternura estaba oculta por una armadura impenetrable, por una cálida forma y una sonrisa abrumadora; las oportunidades así como pueden ser convenientes, pueden venir en el momento más inoportuno e inesperado. Así fue como me enfrente a su personaje; por azares del destino lo conocí en uno de los viajes a valles lejanos en los que coincidimos. Unas veces nos rodeamos del clima selvático del momento y el color de su pelaje cambiaba constantemente a su antojo, por instantes se mostraba obscuro, un hermoso color caoba que sólo permitía visualizar una parte de su interior, más en el frío de la lluvia y la neblina, dejó escapar su personalidad abrasadora y cautivante con un pelaje blanco como la nieve y su corazón vivaz y su calidez interna se mostraron tal cual son. Así fue como supe que su armadura no estaba forjada con el material más poderoso, que su armadura tenía un punto débil y que en muchas ocasiones podía ser vulnerable a las heridas más superficiales y a las heridas más profundas. Así también como Sigfrido, tenía un punto débil que la sangre del dragón no había podido cubrir, que la sangre del dragón había ocultado sombría con un toque especial que estaba mucho más oculto que la leyenda, que no se guardaba tras un talón de Aquiles ni detrás del corazón justo del lado opuesto de la hoja que no cubrió el punto débil de aquel viejo y perspicaz relato. Éste punto débil tenía otra localización y nadie podía encontrarlo; pero yo lo encontré más no diré su secreto, no habría sido respetuoso mostrar su debilidad cuando la conocí y la pude ver tan real como si me tocara, tan sonriente como si me viera, tan profunda como su mirada, no sería tan sencillo, no sería tan fácil de juzgar, solamente sería plena y me haría revivir los momentos más intensos y más gratificantes que vivo a diario con tan solo recordar. La experiencia de vivir los momentos repartidos sin un orden, sin una fecha y sin un antes y después, son los que más se disfrutan y los que me harán reír, me harán gritar y me harán llorar; son aquellos que me llevarán a la cima y los que me harán caer, los que me levantarán y los que se agrietarán entre mis manos, hasta el fin de los tiempos.
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