EXTROVERSIÓN...

Encerrada en el más obscuro de los calabozos despertó, parecía estar en el fondo de un acantilado, con la libertad del aire puro de la naturaleza más con las alas atadas a su costado; con sus patas trastrabillaba inútilmente de un lado a otro, estaba enloquecida y desquiciada, no sabía cómo tenía el infortunio de saberse libre, pero no poderse librar de las ataduras que la amarraban al sufrimiento, que la ataban al peligro y la hacían vulnerable, tenía sus garras afiladas y su pico afinado en las rocas, su hermoso pelaje no había sido mejor cuidado antes, quizás demasiado fue cuidado; poco tiempo antes, había sido capaz de cortar la carne más dura para alimentarla y fortalecerse, más sin embargo, no concebía que su fuerza no fuera nada contra éstas ataduras que la marcaban y hacían retorcerse.  Moviéndose, saltando y rozando las rocas consiguió tras largo tiempo de lucha y desesperación soltarse las amarras, fue entonces cuando se volvió ella misma, se volvió a la libertad, se volvió a la extroversión, se volvió una versión diferente de sí misma; necesitaba esa lucha y esa fuerza para fortalecer su interior y para superar sus temores, no dejaría que esas ataduras la tomaran por sorpresa, no permitiría que el desconocimiento la acercara al peligro, concebiría el error como parte de su aprendizaje.  Movió las alas, las agitó dignamente y con fuerza delicada, alzo al vuelo, rondó los lugares donde sufrió el cautiverio y dejando escapar una lágrima volo hacia la inmensidad de los cielos.

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