A los mil fuegos...
Las madrugadas encienden una llama perdida en el horizonte, una llama exiliada por la luz, una llama que encuentra un rincón para desplegar toda su fuerza, todo su delirio y pasión conjuntas, que liberan el sonido del viento, el sonido de las respiraciones extasiadas e intrínsecas que se destacan con el canto de los colibríes mucho más coloridos que nunca, sucumbiendo en la vida agitados y precipitados hasta su último respiro.
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