El camino...

Había oscurecido, las voces se silenciaban y sólo el sonido del tránsito se escuchaba a lo lejos, el viento soplaba con aire fresco, la gente apresurada corría por las calles para tomar los autobuses, mi camino era otro, mi camino era lento pero firme, me dirigía por las calles solitarias, pero transitadas a un destino no marcado aún.  Nunca faltó un comentario inapropiado y hasta incómodo que se cruzara en mi camino, en algún momento parecía como si al llegar al lugar las miradas fueran de indiferencia, de rechazo de hazmereír; sin embargo no esperaba esa sonrisa específica, no esperaba que esa sonrisa se cruzara ante mis ojos y me dejara inquieta, meditabunda y acongojada.

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