Fusión Interna...


Ensimismada en el sueño, donde las sábanas frías me acongojan, donde los suspiros se extrañan, donde las caricias se funden adormecidas; miraba la hora esperando que las agujas del reloj caminaran más aprisa y esos tambores de latidos aceleraran mi desesperación y despertaran al león dormido.
Fue así como tuve que hacer caso omiso del tiempo y me levanté descalza, con los pies sobres el suelo frío para que despertaran mis sentidos aletargados.  Caminé hacia la cocina y me serví un vaso de agua, bebí unos tragos y sentí como mi cuerpo se reanimaba, cerré los ojos unos instantes y empinando el vaso culminé con su contenido, estaba sedienta, coloqué el vaso sobre la mesa y estiré los brazos, suspiré relajada para luego volver a la posición normal cuando repentinamente sentí unos brazos en mi cintura que me rodeaban, fuertes, cálidos y no pude dejar escapar una sonrisa.  Un beso sobre mi cuello provocó las múltiples terminaciones nerviosas de mis sentidos y cerré los ojos inclinando la cabeza hacia atrás, relajada pero agitada a la vez, la sed hacía de las suyas y las manos sobre la cintura me movían como si bailara, como si la música acentuara la fragilidad del momento y se fusionara con las respiraciones; se iba despacio, se desvanecía ante la fuerza de mis latidos, estaba sedienta de nuevo, el agua de mi vaso se había esfumado, mi cuerpo ardía en llamas que apenas me dejaba respirar, me volteé sin abrir los ojos, las manos que me abrazaban bajaban de mi cintura a donde la espalda pierde su nombre y sin necesidad de abrir los ojos los besos se encontraron, las caricias se anudaron y las sonrisas cedieron ante la seguridad el uno del otro, no había necesidad de palabras, no había necesidad de invocar ni escarbar en los escombros del pasado, sólo estaban allí, sólo se unían en un todo, solo eran ellos y nadie más.

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