CAMBIO...


La noche culminó con un toque depresivo, con un aire de silencio inerte, sustancial y aletargado.  Creaba las ideas armando un rompecabezas sin una figura aparente y concreta; el aire cambió su rumbo y con el dejó un vacío que se intensificó a través de un nudo en la garganta.  La incertidumbre crecía y finalmente un suspiro liberó mi mente, despejó las ideas y descifré el acertijo el cual, motivado por los sentidos y enfrascando la preocupación se me permitió ser… se aceptó mi proceder y de la misma forma, caminando por la calle, me permitió observar todo a mi alrededor, recorrer una a una las cuadras que presentaban un espectáculo diferente, unos coloridos distintos para cada ventana, un movimiento interno para cada lugar, una historia detrás de cada puerta, divisé los gritos y flagelos en alguna, pude ver amistad en alguna otra, pude observar indiferencia en muchas de ellas, asombrada vi ternura y tristeza en otras, en las últimas, pude apreciar sonrisas, alegría, diversión así como llanto y desesperación, pude escribir acerca de todas, pude intentar ponerme en cada uno de los personajes y vivir sus historias y en mi vida cotidiana la risa y la angustia me han enseñado mucho, el llanto y la desesperación han dejado alguna que otra huella, el odio y el remordimiento sólo me han mostrado la otra cara de la moneda, la fantasía y la realidad me han dejado mucho, la vida me ha dejado todo.  Por eso, la vida es cada día en que abrimos los ojos, un nuevo día comienza y no sabemos cuando terminará ni mucho menos, si al día siguiente nuestros ojos verán la luz de la mañana.

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