Susurros del Valle...

En esta noche de vientos fulgurantes, en esta noche que se acomoda ante la brisa que refresca los rostros de la naturaleza y sus alrededores; el respiro de ese fuerte olor a humedad que transmite la ciudad, sólo aquí donde las montañas nos muestran el camino, donde los senderos susurran al oído, justo en este valle que despierta a las fieras encantadas por el silencio de los campos, por el crujir del fuego extinguiéndose en la tierra, por cada movimiento sutil de nuestros cuerpos que reflejan los sonidos del corazón al ritmo del tun; sí, exactamente ese sonido hueco y profundo  que despierta al son del corazón del cielo, del corazón de la tierra y sus raíces de maíz, de sus tambores provenientes de nuestros ancestros, del silbido fugaz de las flautas dulces de caña que agudizan la intensidad de sus latidos y de la fuerza interior; así como un grito estrepitoso se queda a la espera del rugido del jaguar, del aleteo del ave indiana de pecho rojo y mirada virgen, así la espera culmina con la calidez del baile tradicional y de las luces de colores con chispas de alegría, así el amanecer empieza a enriquecer el cielo con sus últimas pinceladas y reflejos, así el ave revolotea desvelada hacia su refugio, hacia los bosques frondosos donde con suerte su mirada se perderá en la obscuridad y con sorpresa algún artista imaginario logre enfocarla tan hermosa y verde como los campos al amanecer y el rocío.

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