Ave de paso, ave negra, ave de la ciudad decadente…
Viajeros ocasionales, viajeros vigilantes de la ansiedad de esta ciudad, observadores silentes, su graznido puede ser su charlatanería efímera y desordenada, más su graznido también puede ser acucioso y aterrador, sus ojos son obscuros e inexpresivos, se guardan el asombro y el dolor de la ciudad en tinieblas, pocos como ellos son los que se conmueven por el sentimiento, pocos sufren de la duda y la confusión del derredor, pocos cambian de estación y emergen de la oscuridad, pocos de ellos emigran hastiados de la vida injusta e indisciplinada de la ciudad, pocos deciden sufrir la transformación a ser humano. Muchos se arrepienten de ello.
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