A salvo...
Caía la tarde y salía del lodo, desnuda, arrastrándome con dificultad e intentando alcanzar el llano fresco, mi cuerpo estaba entumecido, mi pierna izquierda inmóvil, me arrastré como pude hasta salir completamente del fango fresco y achocolatado, mis cabellos mojados por la lluvia de la noche no habían corrido con la misma suerte que mi cuerpo, huyendo de un animal salvaje caí en el fango que ahuyentó a las hienas que venían tras de mí, seguro me creyeron una presa perdida, mi vestido era delgado y con el lodo pesaba demasiado para cargarlo y no tuve más remedio que dejarlo en el lodo. Me acababa de bañar en el lago y me puse el vestido, no tuve tiempo de ponerme nada más cuando las hienas me atacaron, mordieron mi pierna izquierda y yo las ahuyenté golpeándolas con un tronco de madera que tenía cerca, corrí como pude hasta que sufrí el accidente. Manteniendo la calma, conseguí desplazarme y por fin pude ponerme de pie con gran esfuerzo, mi pierna estaba lastimada y el frío más el lodo me tenían entumecida, caminé con dificultad hasta la orilla de un árbol no muy lejos del río, por suerte para mí era un riachuelo, un anexo a un río no muy lejano... la persecución resultó en perder el rumbo que llevaba y no sabía con certeza cómo ponerme en un lugar seguro, ni qué camino tomar, empezaba a oscurecer y tenía que volver a la casa de campaña para estar a salvo. Me concentré en avanzar tomando las precauciones necesarias para evitar alejarme demasiado y al mismo tiempo cuidándome de los depredadores, a lo lejos vi el refugio, ya estaba cerca, me acerqué cerciorándome de que todo estuviera en orden, desde lejos tiré una piedra hacia dentro de la tienda y en ese momento escuché ruidos dentro, me escondí detrás de un árbol y cerrando los ojos empecé a temblar, una figura salía y yo no quería voltear a ver... repentinamente sentí una mano en el hombro y grité... eras tú que te habías atrasado y no me habías podido localizar al móvil... te abracé fuertemente, lloré... lloré mucho lo confieso... la fortaleza que había demostrado hasta entonces, encontró su punto medio y estaba vulnerable, me levantaste entre tus brazos y me llevaste a casa, me pusiste una blusa, me buscaste ropa interior y suavemente lavaste mi pierna y la curaste, sacaste unas calcetas y delicadamente las pusiste en mis pies que estaban congelados, yo aún tenía lagrimas en los ojos, tragué intentando que no me vieras vulnerable, sin embargo era muy tarde para ocultarlo... tú... SONREÍSTE con picardía... yo bajé la mirada y mis lágrimas cayeron.
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