CAMBIO...
Luces deslumbrantes
iluminaban la noche, mientras iniciaba el brillo en los ojos, las sonrisas
distraídas, los movimientos destellantes de un viernes luego de las actividades
cotidianas… la boca se hacía agua y a lo lejos se escuchaban las tonadas
musicales que invitaban a sonreír, que invitaban a moverse con libertad, que invitaban
a liberar esa cotidianidad enraizada en el cuerpo y desatar a las creaturas desconocidas
y guardadas en el interior de cada ser que transitaba por el lugar… podían ser
parte de una historia distinta, de un amanecer intenso, de una bebida exorbitante,
de un desenfreno tartamudo y extravagante…
Pudo ser esto o aquello más esas creaturas sólo se encuentran al final
de la timidez diaria, en el silencio de los más oscuros secretos, en la sonrisa
perversa de la noche, en un exuberante corre corre, en dos palabras uniendo una…
ven y sé…
Interesante reflexión, donde esas criaturas de que hablas lo mismo pueden ser hombres lobo, zombies hambrientos o -lo más acertado- nosotros mismos. En un caso u otro, me quedo con la sensación de que tu escrito me desnuda.
ResponderEliminarY de que no me diferencio en nada a cualquier engendro antes mencionado.
Un saludo muy sincero, Paola. Tienes una faciidad envidiable para hacer reflexionar con dos pinceladas.