Anécdota...
Fue presa de la visita de la mirada de la luna,
acuciosa, silente y profunda, la seguía a todas partes, desembocaba su sonrisa
cuando las mejillas de su rostro se sonrojaban al bajar la cabeza; al levantar
la vista, volvía a mostrarse ingenua, decidida a mantenerse al margen de los
pensamientos, al margen de todo cuanto pudiera suceder, al margen de todas las
nubes a su alrededor que la acosaban sin descanso, que la rodeaban sin
permitirle respirar, no había espacio para ellas, más una que se mostraba
distante, pero constante era la que tenía la suerte de aparecer cuando la
tormenta había disipado las nubes acosadoras, cuando la noche era tan obscura y
despejada que sólo las luces de las estrellas iluminaban su camino, cuando ella
tímida salía a retozar y a iluminar la noche, cuando ella se dedicaba a
divertirse y mágicamente se encontraban en la vereda de la noche, en el la
neblina fugaz después de una tormenta, en el susurro del amanecer y en las afueras
del anochecer…
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