Una extraña razón…


Tus ojos me atraparon sin que pudiese quitarme del camino, señalándome dispararon su veneno letal que fue directo a mi persona; por una extraña razón, no pude dejar de observarlos y admirarlos, quizás era porque con tu mirada me desnudabas y me descubrías sin que tuviera siquiera que moverme, con sólo esa mirada, despertaba de mi letargo y todo alrededor era alegría, por un momento olvidé que esos -tus ojos- tienen dueña, que tu corazón y tu mente están ocupados con una figura que tiene nombre, por un momento olvidé, que sé muy bien de esos ojos que seguramente te quitan el aliento; intenté entonces hacerme a la idea de que no eres para mi, que tu cuerpo cálido y tus ojos llameantes sólo arden para ella, para esa persona ajena a mi vida, ajena a mi destino, lejana y guardada en tu corazón pasivo.  Es extraño como a pesar de ello, me es difícil no sonreír al escuchar tu voz, al escuchar tus susurros, al observar en algún momento que me intrigas con tus anécdotas, es difícil saber lo que pasa por tu mente, es difícil saber lo que sueñas cuando estás despierto, es tan difícil no seguir tus pasos y borrar las huellas que dejas en tu camino.  ¿Cómo le llamo a todo esto? Cómo le llamo a los suspiros que no consigo acallar con tu aliento, cómo consigo sosegar mis deseos y dejar de imaginarte abrazándome a lo lejos, cómo consigo alejarte de mis oídos, alejar tus susurros que siempre aparecen justo cuando estoy a punto de desfallecer y caer en lo más profundo de mi interior, cómo logro contigo acabar con la historia de un deseo frustrado y ponerle fin a mis lamentos; cómo puedo continuar una vida sin la fuerza de los besos, sin la fuerza de un abrazo perpetuo que me llene de vida, cómo puedo consentir una vida sombría en donde no hay palabras, en donde no hay deseos, en donde sólo la soledad me acompleja y me aturde con sus ensueños; esto sucede porque por una extraña razón, aún no he muerto, aún tengo el anhelo de la vida, el anhelo de compartir mis fantasías y mis pasiones con un amor que pueda cargar con todo ello, porque lo que guardo es intenso, aunque nadie lo vea, y aunque yo no lo cuente en un cuento.

Comentarios

Entradas populares