Soledad intrínseca...
La soledad me invade… me mortifica haciendo de mis días solitarios, se muestra como un asiento sin dueño, se muestra en un sendero angosto para ser atravesado uno a uno, me recuerda en el menú, que mis veinticinco o treinta minutos de descanso son rápidos y tan solitarios como mi ansiedad, son tan antipáticos como la ventana que olvido abrir muchas veces al levantarme; por las mañanas de mi agonía, no hay nadie a quién besar antes de salir, no hay una almohada más, ni un cuerpo inerte que no se quiso levantar; no encuentro en aquel helado las dos cucharas para compartir, no hay en mi espacio una sonrisa que no sea compartida, no hay tiempo para compartir y la soledad me carcome como las termitas a mi casa de madera. La verdad es que quizás no quiero compartir ese beso que nunca me has dado, esa sonrisa que me hace sonreír con picardía, no quisiera compartir a alguien que no me pertenece, más bien quisiera poder decir que no eres mío porque no soy tu dueña, pero sí poder decir que soy dueña del corazón que compartimos.
Hermoso escrito... me ha conmovido, ante todo por los destellos de fé que guarda el final. Esa seguridad de compartir el amor en una vasija.
ResponderEliminarMuchas gracias
Eliminar