Impávida...
La noche era fresca, caminé lentamente alargando el trayecto hacia la puerta de salida, , vi en la noche todo lo que los búhos admiran… la tranquilidad, el movimiento de las luces y del ambiente diferente de un sábado sin tregua, de un sábado sediento, un sábado lleno de ansiedad y de locura inquieta, una noche en que la oscuridad de las sombras habría resguardado un beso fugaz que deseaba robar para sentirme viva, un abrazo y un calor corporal que intentaba descubrir la fragilidad del cuerpo y la intensidad del deseo, una caricia, una sonrisa y el despertar de miradas picaras y risas nerviosas que dieran paso a un encuentro febril del destino.
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