Fue anoche...
Fue apenas anoche cuando mis ojos extrañados pudieron verte a lo lejos, fue anoche donde de un suspiro inesperado, apareciste entre las sombras de los árboles, anoche fue cuando me abrazaste como un regalo tardío de tu amistad, fue anoche cuando juntos caminamos y sonreímos como amigos eternos de la naturaleza. Sólo anoche fue cuando nuestra amistad se confirmó y pudimos reírnos del pasado, pudimos confabularnos con la distancia y nos escapamos ante la presencia del desvarío. Fue en esta noche, cuando alejados de los malos entendidos y del pasado ajetreado, configuramos el programa que nos mostraría el camino de los viejos ancestros, donde los abuelos de la naturaleza fundían los sonidos de los pájaros, los sonidos de los árboles y trastornaban el tiempo con todos sus pormenores. Con toda esa sabiduría, creaban el momento perpetuo con el razonamiento de los tambores que en el fragor de su sonido, harían que el corazón vibrara emocionado, que se sentara a esperar el humo que el fuego emanaría y que esparciría los bailes rítmicos de los seres superiores, de los Señores del Maíz y los Creadores del Viento y La Lluvia, de los mares y sus sales incongruentes, de la lluvia eufórica por tocar tierra, de los rayos y truenos que se exaltan al poder estremecer a otros con su estruendo, de la furia del magma y su poder destructivo, del viento y la fuerza con la que consigue arrastrar las casas como plumas que sobrevuelan con un suspiro, de la magnificencia del fuego imperante y sus caricias abrasadoras; de todos aquellos que engendran el poder del pensamiento, aquellos que recogen los errores y los convierten en aprendizaje, de todos estos y muchos más que desembocan en generaciones de sabios que con el tiempo y su experiencia podrían predecir el futuro y a pesar de ello, no lo creen necesario. De un mundo donde todos los entendidos ríen y sólo los ignorantes lloran.
Comentarios
Publicar un comentario