El llanto del señor de los truenos...
La lluvia trae consigo el llanto desde las alturas,
Zeus se siente solo, sus truenos y vientos huracanados no consiguieron
conquistar el corazón del sol, no pudieron fraguar un plan para darle el calor
que necesitaba y que intensamente ya despedía desde su nacimiento. Se preguntó meditabundo ¿Qué mas puede pedir
el sol?, -porque parece estar celoso de los rayos de mis truenos-, qué mas
fresco y potente pueden ser mis vientos que acarician sus cabellos rubios y
acaudalados, qué poder tan fuerte puede necesitar que rechaza su fuerza para
hacer del cielo un estruendo espectáculo para admirar. Mas triste llegó a la
conclusión que ese sol desea brillar, no quiere nada más que brillar y ser el único,
ser la fuerza imperante en los cielos. Mas sin embargo, sin darse cuenta, hoy
no pudo ser más fuerte e dogmático que las lágrimas que bajan de los cielos que
caen en fuertes depresiones de llanto sobre el mar. Intentó brillar en muchas ocasiones mas no
pudo despejar los cielos de su tristeza, no pudo resplandecer más que las nubes
que cubrieron las alturas y las obscurecieron con su neblina, sus rayos no
pudieron detener las incontenibles e incesantes gotas de precipitación que
cayeron hasta perderse y evaporarse tocando la tierra, mojándola y finalmente,
fundiéndose con su fragor.
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