ENLOQUECIDOS
Partí
de la experiencia de sobrevivir de un sinnúmero de matices que me llevaron a
reinventar el mundo, intercambiando patrones predispuestos y quebrantando mi
propio desorden para establecer el orden de los objetos cubiertos de termitas
torpemente seleccionadas para demoler la consciencia adquirida del
establecimiento uniforme de un maremoto de emociones expuestas.
Fue
de esta manera como incidentemente se entristecieron los sentimientos y las
carcajadas no cesaron de desafiar el monumental brote de lágrimas que
enardecidas se disponían a romper el tumulto de movimientos extraviados en
epilepsia contagiosa.
Sufrimos
entonces del acontecer guerrero del horror y los gritos austeros que
enfocándose en el sigilo melodioso de las serpientes emplumadas, se deslizaron
tras la espera del alimento entrañable de una lucha convertida en deseo, una
lucha extraña de caricias y respiraciones fulgurantes y contagiosas que no
podían encontrar el sosiego del silencio en la penumbra y desembocaron en la
alborada desdeñosa de sus anhelos decapitando la luz del cielo y reduciendo en
cenizas el atardecer del entierro.
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