PRIMOGÉNITO


El primogénito acaudalado encontró refugio en un vientre vacío y disponible, encontró abrigo y sin avisar se instaló, el amor que sintió en ese vientre pensó que podía compartirlo.  Habiendo tomado este espacio como su hogar, donde se sintió seguro, donde podría crecer libremente, escuchó que el mundo se volcó y se armó un maremoto a su costado,  que a escasos 35 días de instalación lo buscaban con linternas y con perros aullando,  no entiende, ni comprende.  Una punción hace que la verdad sea revelada, que la dueña del refugio esté alerta de su presencia.


Ella acordona el lugar, pero llueven angustias, llueven amenazas y dolor, una voz conocida se enfurece, no quiere escuchar, asegura que en esos días ese primogénito no es nada, aún no existe, que debe desaparecer porque él así lo decide, pero ella dijo ¡NO!… No se resuelve todo sólo con echar al huésped y hacerse a un lado, quizás es verdad que no llegó anunciando su visita, pero vive en ese corto tiempo, ya sus latidos se hacen más fuertes e increíblemente inauditos.  Demuestra con su presencia que no somos los dueños del cuándo, ni el cómo, ni mucho menos el dónde; simplemente las cosas son una realidad y así deben ser vistas.  Pero la lucha continúa, el tiempo no da espacio para las dudas, nunca se pidió algo a cambio,  nadie reclamó el por qué sucedió. Entonces ¿Por qué el odio? Por qué se ensaña ese corazón contra el mío, el amor no fue solicitado ni exigido y de igual forma se dio sin reproches.  La sonrisa y apoyo de amistad, tampoco fueron solicitados y a pesar de ello hubo presencia.  ¿Por qué hoy que sé con certeza y sin duda alguna que no soy amada por esa voz conocida,  no cuento con nada más que su desprecio y acusación de robo? 

Aseguró que le robé, más nunca pude robar su amor, nunca pude robar su voluntad, no esperé ni en sueños que su amor fuera para mí. NO ROBÉ NADA.  ¿Las causalidades acaso no le abrieron los ojos para ver con claridad?  No se da cuenta que estuvo seguro de decidir el destino de ese primogénito del que tanto pregonó y sufrió… quiso desaparecerlo.  Vociferó encolerizado “…en diez días o un mes aún no es nada”.  Pero así sucedió, simplemente  podría maldecir el día que realizó esa llamada y que ella ciega acudió a su llamado, pero no puede maldecirla porque él estuvo allí, porque al final con sus palabras sin medida y sus actos de macho traicionó la confianza e ignoró el sentimiento, porque se etiquetó como comprometido a su conveniencia y aún así, buscó la compañía como hombre y tomó el respeto y lo pisoteó sin importarle más que su persona. Pero la realidad es otra, indiferente la buscó sabiendo que lo amaba y que se haría presente y así fue.  Ella se entregó como siempre lo hizo, con todo, sin mesura, sin decir una palabra, porque el tiempo no se llevó al viento y lo convirtió en cenizas, porque las cosas están y como plastilina somos capaces de moldear el destino a nuestro sabor y antojo, porque hoy el primogénito decidió por nosotros y no fuimos capaces de rechazarlo.  Porque hoy tú no estás presente pero él… Sí, el… El primogénito aún vive y respira libremente protegido de aquellos aullidos que una tarde lo buscaron incansablemente para destruir su gota de vida.

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