La isla fantástica…
Crucé
los umbrales de la imaginación y descubrí que aquella noche llovían lágrimas
dulces que cubrían los alrededores, que pequeños monos se desplazaban por la
arena colgándose de telarañas sin dueña, que los árboles soplaban mientras sus
hojas transformadas en pétalos acariciaban el cielo con ternura; divisaba cómo
se esforzaban las hormigas en edificar una mansión de arena y cómo el mar
enfurecido intentaba alejar a los peces con sus tempestivas olas y sus
remolinos inquietos; así también pude notar cómo los niños perseguían a sus
pesadillas y las obligaban a regresar a su cueva de temores infundados, cómo el
miedo a la obscuridad se transformaba en camuflaje durante la noche y se volvía
inmune a la vista de los depredadores, cómo el cielo se tornaba en una hermosa pintura
en sepia, destacando la nostalgia del pasado y el ver volver de una historia,
el retorno del pasado a la memoria de los pensamientos más eficaces para traer
remotas corrientes de inciertas fantasías arraigadas de color.
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